Cosas de locos que se han vuelto normales
Si hace unos años me hubiera encontrado con alguna de las siguientes escenas creería que las personas que estaba viendo sufrían algún tipo de trastorno mental:
- Hablar solo por la calle. (Si ahora veo al alguien gesticulando y manteniendo una animada conversación no estoy seguro de si está hablando con alguna alucinación de su mente o simplemente tiene unos auriculares puestos y conversa telefónicamente.)
- Caminar manteniendo la mirada en un punto fijo sin mirar a ningún otro lado y con el cuello inclinado hacia el suelo. (Esta escena me recuerda a algunos pacientes ingresados en centros psiquiátricos que conocí y que daban vueltas alrededor de un patio sin descanso durante todo el día).
- Pareja o grupo de personas sentados en una terraza y cada uno mirando a su móvil sin dirigirse la palabra ni mirarse. (Prefiero no seguir diciendo a qué me recuerdan estas escenas no sea que acabe ofendiendo a alguien.)
- Padres con sus hijos alrededor de la mesa comportándose como en la escena anterior.
- Estar en una reunión de trabajo y simultáneamente mandar mensajes.
- Atender al móvil mientras estás en el cine; o en clase; o conduciendo.
Estar en todas partes
Parece que nos estuviera tentando el atributo, hasta ahora exclusivamente divino, de la ubicuidad.
Es decir, da la impresión de que quisiéramos estar en todas partes al mismo tiempo. No queremos perdernos nada.
Queremos elegir dónde poner la atención sin estar sujetos al aburrido y lento “aquí y ahora”: una clase; la conversación con tu madre o con tu hijo; una reunión de trabajo, etc.
¿Por qué no prestar atención sólo a las partes interesantes de lo que está ocurriendo?
Manteniendo a los demás a distancia: soledad y tecnología
Pero estar en todos los sitios a la vez significa que no estás plenamente en ninguno; que no estás completamente con nadie.
Así que conviene que mantengas a los demás a una distancia prudencial; que no se te arrimen demasiado.
Y esa distancia adecuada es la que puedes controlar si te relacionas a través de algún aparato. Si hablamos por el wasap te contesto cuando tengo un hueco; cuando no tengo que atender a las urgencias de otras conversaciones.
Además, las conversaciones cara a cara tienen el problema que no puedes pensar mucho lo que vas a decir; no puedes editar el texto, como se hace con un correo electrónico.
Y si fuera poco problema lo anterior, corres el peligro de que una emoción asome a tu cara en un momento inoportuno y en contra de tu voluntad. O que esa emoción te haga perder los nervios.
A través de nuestros aparatos podemos presentarnos ante los demás después de habernos retocado un poco (física, emocional e intelectualmente).
¿Y cuál es el problema? Pues que si eres un adolescente que necesita un entrenamiento intenso para adquirir la capacidad de relacionarse con los demás cara a cara, puede que las habilidades interpersonales no se te desarrollen lo suficiente si te relacionas principalmente a través de la tecnología.
Y como el joven se ve torpe para las relaciones cuerpo a cuerpo aún se encierra más en su cuarto y permanece más tiempo ante una pantalla.
Y lo que es necesario para un adolescente también lo es para los adultos, aunque tengamos menos necesidades de relacionarnos cuerpo a cuerpo.
A cualquier edad las relaciones humanas son complicadas y exigen mucho de nosotros. Además son incontrolables (¡Uf, qué susto!).
Así que puede que te tiente la idea de huir de esas conversaciones tan comprometidas y te conformes con estar conectado.
Conocer a los demás para conocernos a nosotros mismos
La comunicación a través de nuestros dispositivos no sirve para conocernos unos a otros en profundidad.
Y sin conocer suficientemente a las personas con las que nos tratamos difícilmente llegaremos a conoceremos a nosotros mismos: conversando con los demás aprenderemos a conversar con nosotros mismos.
Y esto me trae a la memoria los versos del poema “Retrato” de Antonio Machado:
“Converso con el hombre que siempre va conmigo
–quien habla solo espera hablar a Dios un día–;
mi soliloquio es plática con ese buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía”.
Lo que nos promete la tecnología: nunca estarás solo
Estarás de acuerdo en que las conversaciones cara a cara a veces son decepcionantes.
Prescindir de nuestros congéneres es una idea que se nos ha pasado a más de uno por la cabeza.
¡Y ahí está nuestro fiel ordenador o móvil siempre disponibles! ¡Facebook es tan amable y servicial!
La tecnología nos brinda las siguientes ilusiones:
- Puedes poner la atención donde quieras
- Siempre habrá alguien que te escuche.
- Nunca estarás solo.
Y es que estar solo se ha convertido en un problema.
Huimos de la soledad como si se tratase del diablo. En cuanto sentimos el aliento de la soledad nos conectamos urgentemente.
La aversión a la soledad más que un problema es un síntoma. Indica que algo está pasando con nuestra manera de entendernos a nosotros mismos.
La constante conexión está cambiando nuestra forma de ser.
Ahora tenemos la sensación de existir si estamos constantemente compartiendo.
Si un pensamiento, un sentimiento, o cualquier tipo de experiencia no son compartidos es como si no existieran. Por tanto, si no estoy conectado es como si yo no existiera. Ese hombre que siempre acompañaba al poeta Machado ahora parece que sólo se manifiesta cuando estamos en la red.
Si no me conecto no me siento.
La soledad para encontrarte a ti mismo
Si no soportas la soledad buscarás a otras personas para sentirte menos ansioso o para sentir que estás vivo.
Y cuando utilizas a los demás como si fuesen un ansiolítico es casi imposible que aprecies lo que realmente son como personas. Los estás utilizando para mantener a flote tu zozobrante autoestima.
Así que te conectas para estar menos solo; pero lo paradójico es que si no practicas a estar a solas contigo mismo acabarás cada vez más aislado.
Para encontrarte a gusto contigo mismo necesitarás muchos momentos de soledad.
Una relación más consciente con nuestros dispositivos: algunas propuestas
No te propongo que tires a la basura todos tus dispositivos. Lo que te invito es a compartir una reflexión sobre cómo relacionarnos de manera más adecuada con los aparatos, con las demás personas y con nosotros mismos. La manera en que lo hacemos ahora no es la única forma posible: siempre hay alternativas.
Piensa que la soledad es buena. Dale espacio en tu vida. Encuentra maneras de mostrarle este punto de vista sobre la soledad a tus hijos.
Crea espacios “sagrados” en tu casa dedicados a venerar a la diosa Conversación: la cocina, el comedor, el salón.
Haz lo mismo en el trabajo. Reserva algunos momentos para pensar y para hablar de las cosas que realmente te importan.
Cultiva el arte de escuchar. Todos necesitamos escucharnos mutuamente. Incluso las partes aburridas tienen su interés. Los titubeos, dudas, atasques nos muestran a los demás de una manera más auténtica, sin retoques, con las contradicciones inevitables propias de nuestra condición humana.
No caigas en la trampa de creer que la tremenda complejidad de la vida y de las relaciones se puede simplificar usando algunos aparatos. Eso es lo que promete la tecnología: convertir algo complicado en sencillo.
¿Las relaciones cara a cara son complicadas?, pues ahí están los chats. ¿No te gusta tu cuerpo?: ¡crea un avatar con todos los atributos físicos que te gustaría tener! ¿Quieres tener un amigo que nunca te falle?: ¡Cómprate un robot! ¿Tu vida te resulta aburrida?: ¡Para eso están los videojuegos: para darle emoción! Romances virtuales, viajes, tertulias, etc.
No te pierdas en el laberinto tecnológico. Tu cuerpo te necesita; las personas que te rodean te necesitan; la sociedad y el planeta te necesitan.
Comentarios 4
Concienzudo análisis sobre el mundo moderno y su relación con la tecnología. Algo en lo que llevo tiempo pensando, básicamente, porque a veces me siento atrapada, o dominada por él. Algunos de los consejos que propones los estoy practicando, pero seguiré profundizando.
Gracias por tus sinceras palabras.
Author
Gracias por tus palabras. Me animan a seguir escribiendo.
Hola, tengo 19 años soy la menor de tres hermanos y unica mujer, el mayor es solo hijo de mi madre. Desde siempre he tenido recuerdos de que mi hermano mayor abuso de mi hermano y de mi , muy ezcasos de ello, no sabía si era verdad o producto de mi imaginación pues cuando sucedió tenia 4 años.Nunca hable con nadie ni llegue a preguntarle a mi hermano si el lo recordaba siempre me ha dado mucho miedo hacerlo, pero hace dos años el murió y mi mamá siempre ha tenido la inquietud de que mi hermano no le afectó ni un poco ello, fue ahí cuando mi hermano dijo que no lo quería y le guardaba resentimiento por haber abusado de el cuando estaba más pequeño pero ahí supe que no era imaginación si fui abusada por mi medio hermano 🙁 no le he dicho a mi mamá que también me paso lo mismo no quiero causarle culpa y cambiarle su recuerdo de su hijo que ya no está , pero desde entonces me siento mal psicológicamente vivo en permanente tristeza con ansiedad , baja autoestima ya no me relaciono igual tengo dificultades para expresarme , me bloqueo mentalmente perdí el sentido de la vida no le veo sentido a la vida
No se que hacer se que necesito ayuda pero no puedo costear un psicólogo
Author
Hola, Ana. Tal vez os viniera bien a tu madre, a tu hermano y a ti sentaros tranquilamente a hablar de esas cosas que tanto daño os siguen haciendo. Creo que sería bueno que os unierais contra el dolor.
¿No crees que tu madre preferirá saber lo que ocurrió y así poder ayudarte a ser más feliz?
Experiencias como las que cuentas tienen el poder de separar a los seres queridos entre sí creando un muro de silencio que contribuye a que el sufrimiento crezca y crezca. ¿No sería mejor romper ese silencio?
Sé que nos es una decisión fácil. Nadie mejor que tú para saber cuándo es el momento oportuno de hablar o de callar.