Sufre menos en la relación con los demás
Si le dedicas unos minutos supongo que podrás hacer una lista con las veces que otras personas te han herido.
Y me imagino que te habrás quejado y habrás acusado a esas personas de tus desgracias (yo, al menos, lo he hecho con una persistencia asombrosa).
Después de acusar y quejarte ¿se te han curado las heridas?
También espero que si te pones a ello podrás elaborar otra lista con los motivos que tienes para agradecer a otras personas lo que han hecho por ti.
¿Qué ejercicio crees que sienta mejor? ¿Cuál te parece más adecuado para disminuir el sufrimiento?
Parece evidente que cultivar la gratitud sienta bien. La gratitud por las formas concretas en que otras personas nos han ayudado a lo largo de nuestra vida.
Y si estás de acuerdo con lo que acabo de escribir y quieres convertirte en un excelente jardinero que mima sus queridas plantas de la gratitud te propongo que contestes a estas preguntas teniendo en mente a una persona importante de tu vida (luego eliges a otra persona y te vuelves a hacer las mismas preguntas):
- ¿Qué ha hecho esa persona por mí?
- ¿Qué has hecho tú por ella?
- ¿Qué preocupaciones y problemas le has causado?
Puedes escribir tus respuestas creando algo parecido a un diario de la gratitud.
También será un diario del arrepentimiento.
La gratitud y el arrepentimiento puede que te animen a devolverle al mundo lo que previamente te ha dado.
También sienta muy bien prestar atención a los pequeños actos de amabilidad que nos brindan los demás en el vivir cotidiano. Pueden dejar una huella muy honda.
Sufre menos en la relación contigo mismo
De este tema tan complejo sólo quiero destacar unos detalles.
Todos tenemos algo así como un teatrillo interior en donde representamos incansablemente nuestros particulares melodramas.
Si consigues ver esos melodramas desde una cierta distancia emocional habrás dado un paso de gigante para alejarte del sufrimiento.
Una manera de empezar es dejar de representar el papel de víctima. Aunque ese papel lo bordes, no deja de ser una pesadez repetirlo un día tras otro. Además, sienta fatal.
También sienta mal estar centrado en uno mismo de manera exclusiva.
Ni todo el día pendiente de los demás, ni todo el día pendiente de uno mismo. Ni tanto ni tan calvo. Un punto intermedio que irá cambiando según las circunstancias.
Sufre menos en la relación con la cotidianidad
Prestar una exquisita atención a las pequeñas y humildes acciones que van componiendo nuestra vida cotidiana sienta extraordinariamente bien.
Y para mimar esas pequeñas cosas del diario vivir es imprescindible que estés en calma.
La tranquilidad es el gran secreto para mantener al sufrimiento acogotado.
Si estás sufriendo seguro que recibirás una gran ayuda si caminas tranquilamente por un lugar bello, fijándote en las cosas hermosas que te encuentras, como las flores, o las caras sonrientes con las que te cruzas, o los niños entusiasmados descubriendo el mundo.
Como ves sólo he aportado algunas ideas que pueden contribuir a disminuir el sufrimiento de nuestras vidas.
Sería un gustazo saber cómo te apañas tú para tener acorralado al sufrimiento.
¿Te animas a compartir tus “trucos”?
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