Después de haber tratado de aclarar lo que creo que no es espiritualidad en el artículo titulado Espiritualidad: lo que no es, me propongo, seguidamente, reflexionar sobre lo que pienso que es lo espiritual.
De una habitación pequeña a un jardín sin verjas
Imagínate que hasta ahora has vivido en una habitación pequeña y que creías que era toda tu casa.
Un día decides abrir una puerta escondida detrás de una cortina y que siempre supusiste que era un adorno y ¡descubres que tu casa es mucho más grande de lo que imaginabas! Durante una larga temporada inspeccionas cuarto tras cuarto mientras tu corazón se llena de asombro, de temor, de regocijo.
Una de las muchas puertas que abres no de te da paso a una habitación más sino que es la salida a un hermoso jardín. ¡No sólo tienes una casa inmensa sino que esa casa está abrazada por un jardín exuberante! Y el jardín no tiene verjas, ni setos: conecta con un bosque inmenso que llega hasta el mar y el mar llega…
Lo espiritual es darte cuenta de que tu casa y tu jardín conectan sin ningún tipo de fronteras con el bosque que los rodea y con todo lo demás.
Vivir en una habitación diminuta es lo que hacemos cuando nos identificamos con una pequeña parte de nuestra mente, esa que conocemos y que está formada por algunos recuerdos, algunas creencias que barajamos una y otra vez como si fuésemos jugadores compulsivos de cartas.
Darnos cuenta de que nuestra casa es mucho más grande de lo imaginado es como descubrir que nuestra mente es mucho más amplia de lo que nuestra mirada consciente es capaz de abarcar.
Salir al jardín es una imagen que expresa la alegría de descubrir que somos nuestra mente y nuestro cuerpo formando una maravillosa unidad que nos permite disfrutar de los recursos de ambas dimensiones: la física y la mental que, sólo por necesidades del lenguaje, nombramos con dos palabras diferentes.
Todo son relaciones
Aunque es imposible que pudiera vivir sin el aire que me rodea, o sin la tierra que me soporta hago una pirueta mental y me imagino que yo soy algo diferente al aire o a la tierra. Me recorto de la realidad.
Es como si fuese con una de esas vayas portátiles de plástico que se ponen cuando hay una obra para que no te caigas dentro de una zanja o que te impide entrar a la playa porque el mar está muy bravo. Voy con esa vaya y la coloco arbitrariamente en donde me da la gana y digo: “De la vaya para acá soy yo; y de la vaya para allá empiezan los demás, empieza el mundo”.
Lo que observo cuando miro con detenimiento es que mi relación con el aire es imprescindible para mi vida; y con el sol, y con el agua. También sería imposible vivir si no hubiese otras personas a mí alrededor; no sobreviviría sin relacionarme con otras formas de vida.
Me relaciono con todos y con todo incesantemente. Formo parte de una complejísimo red de relaciones a la que podemos llamar Universo. Sin vayas; sin límites. Entresacar un pequeño nudo de esa inabarcable red y decir “esto soy yo” parece un chiste.
Descubrir que todo lo que existe está conectado y que no se puede definir una parte sin tener en cuenta el todo es una manera de hablar de esa parte de nuestro ser a la que llamamos espiritualidad. Soy el nudo y la red completa.
Lo espiritual como una forma de inteligencia
El psicólogo Howard Gardner, famoso por su teoría de las inteligencias múltiples, habló de una inteligencia que nos permite situarnos a nosotros mismos con respecto al cosmos; nos permite indagar en el significado de la vida y de la muerte; ahondar en el amor o en las experiencias estéticas. La llamó inteligencia existencial o transcendente (la inteligencia espiritual sería una variante).
Esa inteligencia espiritual nos permite situar nuestros actos y nuestra vida en un contexto más amplio y más rico. Nos ayuda a decidir si una opción vital es más valiosa que otra, es decir, nos ayuda con el asunto de los valores y los significados: nos permite encontrar un sentido profundo a la vida.
El silencio
Al intentar expresar con mis propias palabras esa dimensión, ese nivel de conciencia al que llamamos espiritual la palabra que me viene inmediatamente es silencio.
Ese silencio es como un pozo sin fondo de donde surgen todos los sonidos, y los pensamientos, y también las sensaciones.
Es un estado reconfortante de gran quietud.
Ese silencio interior es como un cálido abrazo. Un abrazo que nos envuelve cada noche cuando entramos en el sueño profundo y del que regresamos renovados al despertar.
Algunas citas
El muy respetado psicólogo William James afirmó lo siguiente: “Nuestra conciencia normal cuando estamos despiertos no es más que un tipo especial de conciencia, separada por una finísima película de otras formas potenciales de conciencia completamente distintas. Podemos pasarnos toda la vida sin sospechar siquiera su existencia, pero apliquemos el estímulo necesario y se manifestarán en toda su amplitud…
Ninguna descripción del conjunto del universo que deje dichas formas de la conciencia en el completo olvido podrá ser definitiva. La cuestión estriba en como considerarlas… En todo caso, nos impiden hacer un balance prematuro de la realidad.
Erwin Schrödinger, fundador de la mecánica cuántica afirma: El sujeto y el objeto son uno solo. No puede decirse que la barrera entre ambos se haya derrumbado como consecuencia de la experiencia reciente de las ciencias físicas, ya que dicha barrera jamás ha existido.
En palabras del filósofo Teilhard de Chardin: Hasta ahora hemos observado la materia como tal, es decir, según sus cualidades en un volumen determinado, como si fuera permisible romper un fragmento y estudiar la muestra independientemente de lo demás. Ha llegado el momento de señalar que dicho procedimiento no es más que una simple evasiva intelectual. Considerado en su realidad física y concreta el universo no se puede dividir a sí mismo ya que, como una especie de “átomo” gigantesco, constituye en su totalidad lo único real indivisible. Cuanto más lejos y con mayor profundidad penetramos en la materia, gracias a métodos crecientemente poderosos, mayor es nuestra confusión ante la interdependencia de sus componentes. Cada elemento del cosmos está positivamente entrelazado con todos los demás. Es imposible fragmentar dicha red, aislar parte de la misma, sin que todos sus bordes se rasguen y deshilachen. A nuestro alrededor, hasta donde alcanza la vista, el universo se mantiene unido y solo hay una forma realmente posible de considerarlo, es decir, en su conjunto, como una sola pieza.
Y para terminar dejo de nuevo la palabra a Erwin Schrödinger: Por inconcebible que parezca a la razón ordinaria, todos y cada uno de los seres conscientes como tales lo son todo en el todo. Por consiguiente, la vida que uno vive no es sólo un fragmento de la existencia en su totalidad, sino en cierto sentido el conjunto… Así pues, uno puede arrojarse al suelo, extenderse sobre la madre tierra, con la certera convicción de que es uno con ella y ella con uno. Uno está tan firmemente establecido y es tan invulnerable como ella, a decir verdad mil veces más firme e invulnerable. Con la misma certeza que le absorberá a uno mañana, le devolverá a la lucha y al sufrimiento. Y no solo “algún día”. Ahora, hoy, le está devolviendo a uno, no una sola vez sino miles de miles de veces, al igual que le absorbe a diario millares de veces.