Formas de pensar que son atolladeros psicológicos
Sigo poniendo ejemplos (puse unos cuantos ejemplos en el artículo Algunos hoyos) de formas de pensar y actuar que, aunque no logran que consigamos lo que queremos, son difíciles de cambiar y que se acaban convirtiendo en verdaderos atolladeros psicológicos.
Formas de pensar y actuar que tienden a confirmar lo mal que nos sentimos.
Evitación
Me siento incapaz de afrontar ciertas situaciones: lugares donde se junta mucha gente, reuniones sociales, etc.
Me esfuerzo por superar la ansiedad que me provocan, pero la ansiedad no cede.
En cambio, si evito esas situaciones, me siento mejor.
Así que evito esto y aquello y llega un momento en que mi vida se ha empobrecido de tal manera que me provoca una gran inseguridad y ansiedad.
¡Y ya estoy dando vueltas en el mismo surco que se hace más y más profundo!
¿Ves como tenía razón?
Si me da por pensar que los demás me consideran una persona poco atractiva, un pesado o cualquier otra cosa negativa, estaré en guardia ante la posible aparición de ese sentimiento desagradable y procuraré evitar el contacto con la gente o responderé de una manera poco adecuada cuando alguien se acerque a mí.
Como es de esperar, provocaré que los demás me vean como un tipo raro y poco sociable y me evitarán.
Y yo me diré: ¿Ves como tenía razón? Soy una persona poco interesante para los demás.”
¡Nunca lo conseguiré!
También puede que piense que nunca voy a conseguir lo que quiero o necesito.
Si tímidamente intento cubrir esas necesidades puede que tema ser castigado, como si estuviese robando unos derechos que no me pertenecen; o puedo temer ser abandonado; incluso puedo llegar a pensar que he nacido maldito.
Así que dejo de intentar el satisfacer mis necesidades y me embarga la desesperanza y me siento indefenso ante las circunstancias.
Y se me cruzan ideas suicidas por la cabeza como forma de salir del atolladero.
Soy una mala persona
O me siento una mala persona, o débil y eso me produce un desagradable e irritante sentimiento de culpabilidad.
Pienso que me merezco un castigo y que será mejor que me lo inflija yo mismo antes de que lo haga un poder superior.
Y después de hacerme daño de diferentes maneras me siento algo mejor, un poco menos culpable; pero el alivio no dura mucho tiempo y eso me confirma lo culpable que soy.
Cavar y cavar
En fin, es como si corriese, con los ojos vendados y con una bolsa de herramientas a la espalda, por un campo en donde hay unos grandes hoyos.
Caigo en uno de ellos y, después de comprobar que no puedo trepar por sus paredes, me doy cuenta de las herramientas que llevo a la espalda.
Elijo un pequeña pala y decido hacer algo para salir del hoyo: así que comienzo a cavar; hasta que compruebo que no consigo mi propósito de salir del agujero.
Así que cavo con más brío: y nada. Pienso que si tuviese una pala más grande seguro que lo conseguiría, pienso que no puedo quedarme de brazos cruzados y por eso sigo cavando y cavando.
Espero cansarme pronto de seguir cavando. Y tú ¿ya te has cansado?