Para tu bebé eres la persona más importante del mundo y necesita estar en contacto contigo tanto como comer, pero no necesita estar pegado a ti las veinticuatro horas del día. Puedes tomarte algún respiro de la muy exigente tarea de criar a tu hijo y dejarlo en otras manos un rato. Conviene que aumentes ese rato según van pasando las semanas.
Sal a dar un paseo tu sola. Disfruta de la belleza que surge a tu paso. Nota como se mueven tus piernas y el alivio que eso supone después de permanecer quieta mucho tiempo. Nota lo ligera que ahora te sientes, el alivio que supone no cargar con tanto peso como lo has hecho durante el embarazo. Respira profundamente. Suspira.
Pide ayuda cuando la necesites. Puede que te sorprenda descubrir que hay muchas personas deseando echarte una mano. Será un regalo para ellas acercarse a ti y a tu hijo, participar en el milagro que supone un recién nacido.
La Vida sabe cómo apañarse. Confía en ella y facilítale las cosas. No pienses demasiado con respecto a la crianza de tu hijo (sé que es fácil decirlo, pero también sé que es difícil aquietar la mente). Confía en tu intuición. Procura cultivar todo lo que puedas tu calma para que oigas lo que la sabiduría de tu propio cuerpo te susurra. También tu hijo es la Vida, por supuesto. También su cuerpo sabe cómo resolver muchas dificultades inabordables para nuestro pensamiento racional.
Observa qué es lo que hace crecer en ti la calma. Puedes tener en cuenta ideas que te aporten otras personas, pero nadie mejor que tú para saberlo. Si insisto en este aspecto es porque creo que estar en calma es la base sobre la que puedes apoyarte para nutrirte una y otra vez con una energía que está a tu disposición inagotablemente. Muchas veces pasamos sed estando rodeados de agua. El ruido mental, el exceso de actividades nos impiden darnos cuenta.
Pide a la persona que tengas más cerca que haga de guardián, en algunos momentos, de esa calma que necesitas. Que te proteja de las visitas o llamadas de teléfono inoportunas. Que resuelva algunos de los inconvenientes cotidianos poco importantes, pero que puede ser un obstáculo para tu tranquilidad.
Todos tenemos en nuestra mente un Crítico que puede llegar a ser implacable, cruel. Conviene que te des cuenta de cuándo está actuando esa parte de tu mente y comprendas que exagera y distorsiona la realidad.
Procura estar muy atenta para que no arraiguen ciertas ideas en tu mente, esas que parecen parásitos que se alimentan y reproducen consumiendo tu energía vital, tu alegría de vivir. Déjalas pasar, permite que se disuelvan solas, no te aferres a ellas. Ideas como que eres una mala madre, que no haces lo suficiente, que no eres adecuada para criar un hijo y cosas por el estilo. El que esas ideas aparezcan en tu mente no quiere decir que sean verdad. Al cabo del día se nos pasan por la cabeza muchísimas tonterías, cosas absurdas, al menos a mí me pasa con muchísima frecuencia. Observa esas ideas como si estuvieras delante de una pantalla viendo una película. No te las tomes en serio.
Cultiva tus aficiones, aunque sólo sea unos minutos al día. Queda con las personas que aprecias y no tengas reparos en alejar a las que te dificulten este momento tan importante de tu vida. Cuida tu cuerpo con el cariño que se merece: ha hecho un esfuerzo inmenso. Siéntete orgullosa de haber traído una nueva vida al mundo.
Gracias por tu labor como madre. Enhorabuena. Te envío mi admiración y cariño.
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