Esta es la quinta parte de la historia que nos cuentan dos hermanos al alimón y que nos aportan su peculiar punto de vista sobre el desarrollo psicológico.
Uno de ellos comparte su experiencia desde los nueve años, momento en el que nace su hermano (que, a pesar de ser un recién nacido, no se queda corto a la hora de reflexionar sobre la vida y sus misterios).
Si quieres leer las primeras entregas de esta apasionante historia puedes hacerlo utilizando estos enlaces: “Mi hermano y yo (1): psicología del desarrollo humano” y “Mi hermano y yo (2): psicología del desarrollo humano” “Mi hermano y yo (3): psicología del desarrollo humano” “Mi hermano y yo (4): psicología del desarrollo humano”
8. Gran velada
Esta noche, para todos ustedes, retransmitimos en directo desde la cocina de mi casa, el gran combate de boxeo por el título mundial entre la actual campeona, Mami Rompecuellos, y el aspirante al título, Pedorretas Mil, conocido como “El terror de los baberos”. Todo está preparado. El plato de puré sobre la mesa. La cuchara a su lado. Intercambian saludos los contrincantes. Saludan al árbitro, y da comienzo el combate. Los púgiles se estudian, se tantean. Mami Rompecuellos acerca con una sonrisa una cucharada cargada de puré a la boca de Pedorretas Mil, pero éste, con gran facilidad y excelentes reflejos esquiva el golpe. Mami vuelve a intentarlo, busca la boca de Pedorretas, presiona; pero nuevamente Pedorretas Mil consigue esquivar el acoso. Se ve que la actual campeona quisiera acabar el combate cuanto antes. En cambio Pedorretas Mil no muestra la más mínima prisa, parece estar disfrutando. Tal vez pretenda poner nervioso a su contrincante, o cansarle. Sabe que la actual campeona es más fuerte, pero también más vieja. Cuando Mami está intentando el truco de simular que la cuchara es un avión y que la boca de su rival es una pista de aterrizaje, suena la campana. Se acaba el primer asalto. Los púgiles, sentados en sus rincones, se observan. Mami muestra concentración, se podría decir que transmite enfado, tensión. Todo lo contrario de lo que se aprecia en el rostro de Pedorretas Mil: relajación, incluso, podría decirse que transmite bienestar. Mira hacia el público como si el espectáculo estuviese en las gradas. De nuevo suena la campana. Comienza el segundo asalto. No hay ninguna duda de que Mami ha salido a resolver este combate lo antes posible, tal vez intuye que un combate demasiado largo no le conviene. Sujeta con un brazo el cogote de Pedorretas Mil y le mete la cuchara sin contemplaciones en la boca. Pedorretas, desconcertado, la abre para protestar, pero el puré se desliza por su garganta y se atraganta. Tose y el espeso líquido deja de descender hacia su estómago para salir despedido potentemente fuera de su cuerpo. Mami recibe el impacto de cientos de gotas verdes. ¡Algo realmente impresionante! No se desanima y, recogiendo los restos que se escurren por la barbilla de Pedorretas, vuelve a meterle, con gran habilidad, la cuchara en la boca. Pedorretas reacciona abriendo de nuevo la boca para llorar, pero otra vez se atraganta. El árbitro se ve obligado a suspender el combate hasta comprobar si Pedorretas es capaz de recuperar el resuello, o se acaba ahogando. El árbitro cuenta solamente hasta cinco. Pedorretas ha conseguido superar sus dificultades y ahora llora con todas sus fuerzas. Mami aprovecha que su rival tiene la boca abierta para volcar una gran cucharada de puré en su interior. Nuevos apuros para Pedorretas. Pero le salva la campana. Pedorretas, cubierto de puré, se sienta en su rincón. Deja de llorar. Ya no tiene cara de estarse divirtiendo. Más bien parece decir: “Te voy a destrozar cuando se reanude el combate”. Por fin parece tomarse en serio la pelea. Mami Rompecuellos sonríe, aunque su rostro, también cubierto de puré, muestra signos de fatiga. Se hace difícil, desde donde nos encontramos, distinguir unos gestos de otros, pero diríamos que Mami está satisfecha. Suena la campana. Comienza el tercer asalto. Pedorretas ha aprendido la lección. A pesar del acoso al que lo somete Mami, no abre la boca. Pero Mami, con un enorme esfuerzo, ha conseguido introducirle algo de puré en la boca. Pedorretas no reacciona llorando, ni se atraganta mientras lo traga como ha hecho en los anteriores asaltos. No, ahora lo escupe con todas sus fuerzas dejando irreconocible la cara de Mami, que queda desconcertada con la cuchara en la mano. Momento que Pedorretas aprovecha para darle un manotazo y desparramar el puré por todo el ring. Pedorretas sonríe, como diciendo: “No te esperabas esto ¿verdad?”. Mami se desespera y le sujeta las manos con la mano que le queda libre y con ese brazo le atenaza la cabeza. Pedorretas, totalmente inmovilizado, recibe un tremendo castigo. Patalea, intenta salir de la trampa en la que se encuentra. Debido al esfuerzo, se tira algún pedo; pero no consigue librarse del castigo que le está inflingiendo Mami Rompecuellos. La campana nuevamente saca del apuro al aspirante al título mundial. Parece que el entrenador de Pedorretas le está dando instrucciones. El aspirante asiente con la cabeza. Ha regresado la sonrisa a su cara. En el otro rincón Mami se recupera del esfuerzo; respira con dificultad. Se acumulan los minutos de pelea en su cuerpo. Comienza el cuarto asalto. Pedorretas, incomprensiblemente, se deja arrinconar. Incluso abre la boca voluntariamente. Mami aprovecha la ocasión para introducirle una enorme cucharada. Pedorretas la encaja sin aparente dificultad, pero cuando ya Mami se retira para cargar otra cucharada, Pedorretas hace honor a su nombre y, con una larga y sonora pedorreta, le devuelve el golpe a Mami que, como no se lo esperaba, da unos traspiés; parece seriamente tocada. Aún así, vuelve a llenar la cuchara y la introduce sin ninguna dificultad en la boca de su rival. Se repite la jugada. Pedorretas parece estar disfrutando con la nueva situación. En cambio, Mami Rompecuellos, está pasando los peores momentos del combate, incluso… ¡Un momento, el entrenador de Mami Pedorretas se levanta en su rincón y arroja una toalla al centro del ring! ¡Señoras y señores, el entrenador de Mami Rompecuellos acaba de tirar la toalla! ¡Tenemos un nuevo campeón mundial!