Cosas en las que no nos fijamos
¡Con qué pasmosa frecuencia estamos en las nubes! (o en la higuera, si prefieres un medio más terrestre para estar distraído).
Y comemos sin saber lo que nos llevamos a la boca; y charlamos sin enterarnos de lo que nos dicen; y caminamos por la calle sin ver a las personas con las que nos cruzamos, ni a los árboles; sin escuchar a los pájaros… ¡para qué seguir! (supongo que tu lista de cosas en las que no te fijas será más o menos igual de larga que la mía).
Los pequeños placeres
¿Y qué hay de malo en estar absorto en los propios pensamientos?, puede que me preguntes.
Pues lo primero que se me ocurre es que hay muchas cosas agradables de la vida que nos llegan por los sentidos: como el sabor de lo que comemos, por seguir con el ejemplo de antes. Y si no estamos atentos, nos perdemos esos pequeños (pero numerosos) placeres.
Es decir, con nuestra atención podemos hacer que nuestra vida se enriquezca.
Evitar problemas
También estar atentos sirve para evitar más de un problema, como pueden ser los accidentes (cortarse un dedo mientras cocinas, por poner un ejemplo); o remediar rápidamente algo que empieza a ir mal en nuestro cuerpo; o captar un malestar anímico incipiente en un ser cercano…
Ser más libres
Pero, tal vez lo que sea más importante, es que estando atentos podemos ser más libres para elegir en dónde queremos estar mentalmente.
Porque muchas veces nos embarcamos en largos viajes indeseados .
Me refiero a esas largas cadenas de pensamientos en las que nos vemos atrapados y que nos llevan a lugares que nos producen tristeza, o miedo, o rabia o cualquier otra cosa poco deseada. Esos viajes que comienzan en cuanto damos el primer paso y que, cuando queremos darnos cuenta, ya estamos demasiado lejos para volver al punto de partida.
Me refiero a cosas como ver una fotografía que nos recuerda una época que aún nos hace sufrir. Y acabamos llorando por cosas que sucedieron hace muchos años.
Y si el camino se dirige hacia un futuro imaginario, tal vez abierto por una pequeña preocupación presente, entonces lo más probable es que acabemos sintiendo ansiedad por las múltiples desgracias que “lo porvenir” nos puede proporcionar.
También me refiero a ese darle vueltas y vueltas, como si tuviésemos una lavadora en la cabeza, a los mismos problemas, que persisten en no dejarse resolver a pesar de nuestros desvelos.
Resumiendo
No podemos controlar lo que entra en nuestra mente (el primer paso), pero si podemos elegir si queremos seguir avanzando por eso camino o si nos detenemos y damos marcha atrás.
Y para ello conviene que fortalezcamos nuestra capacidad de estar atentos a las sensaciones corporales, a las emociones y a los pensamientos.
Y con esa atención robustecida podremos evitar caer en viejos hábitos mentales que nos hacen dilapidar nuestros recursos, sea porque utilizamos un cañón para matar una mosca; o sea que luchamos contra molinos de viento; o sea que nos veamos como alfeñiques sin darnos cuenta de nuestra verdadera fuerza.
Procura que tu atención “eche músculo” y así serás más libre para elegir tus estados de ánimo, las posturas que adoptas con tu cuerpo y sus movimientos, y los pensamientos que cultivas.
Puedes leer más sobre cómo entrenar la atención en esta sección del blog: